La respuesta es SÍ, el clima nos afecta física y psicológicamente. La climatología médica es la ciencia que estudia la influencia que el clima ejerce en los seres humanos, tanto por sus efectos terapéuticos como por sus posibles perjuicios/ beneficios para la salud.
Somos lo que se dice hoy en día, meteosensibles.
¿Quien no se ha levantado un día de lluvia con la sensación de cansancio, dolor en los huesos o tristeza? o un día de sol alegre, lleno de energía y con sensación de bienestar….
o algo muy típico de nuestros mayores cuando nos dicen…”mañana llueve seguro”,¡ tengo un dolor de huesos!
Y es que el clima puede llegar a influir mucho sobre el organismo y sobre nuestra salud, no sólo a los mecanismos fisiológicos del cuerpo sino también al humor e incluso llegando a dominar las reacciones psicológicas. Pues tanto la temperatura como la humedad ambiental influyen de forma muy notable en nuestro estado de ánimo, esto significa ser meteosensibles.
Os imagináis un parte meteorológico así: Hoy ascenso brusco de las temperaturas que traerán un acusado aumento de migrañas, posibilidad de algún accidente cardiovascular y variaciones en los niveles de glucemia. ¿Suena extraño verdad?
La verdad es que nuestras defensas responden a los cambios y ante variaciones bruscas de temperatura, presión o humedad, nuestro organismo acusa estos excesos y dispara riesgos de enfermedades como accidentes cardiovasculares y cerebrales, crisis asmáticas, alergias, cólicos renales y trastornos anímicos, entre otros”, (eso lo explica el psiquiatra Antoni Bulbena, responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar (Barcelona)).
El ser humano busca un confort climático caracterizado por unos parámetros de temperatura (20-25ºC), humedad (40-70%), velocidad del aire (0,15-0,25 m/s) y presión (1.013,2 mb), baja contaminación y predominio de iones negativos en la atmósfera.
Cuando salimos fuera de estos baremos, sufrimos lo que llamamos estrés meteorológico que pone a prueba los mecanismos de adaptación.
Es decir, ante la aparición de una ola brusca de calor o frío, la respuesta dependerá de la genética, del estado de salud en general, de la presencia de ciertas patologías…
Los ancianos, al tener su sistema inmunitario más debilitado, y las personas que padecen diabetes o cardiopatías, entre otras enfermedades, son más propensas a advertir ese cambio en sus carnes.
Aquí os dejamos algunos apuntes que vinculan el clima con nuestros cambios de humor y salud:
¿SOL O LLUVIA?
Un día de sol eleva el ánimo, por ello los países cálidos son más alegres que los fríos. ¿Cuál es el motivo?. La radiación ultravioleta inhibe la producción natural de melatonina, una hormona producida que desencadena el sueño. Por eso, el sol actúa como un despertador natural. Además, sus rayos disparan los niveles de serotonina, una de las hormonas necesarias para el “bienestar”, y cuya carencia es capaz de desencadenar depresiones serias.
La lluvia…es cierto, ¡se puede sentir en los huesos!. Cuando la presión barométrica disminuye y aumenta la humedad, los tejidos se hinchan, un fenómeno que pasa generalmente desapercibido… excepto para quienes sufren de artritis, ya que hasta la más mínima inflamación en las articulaciones les resulta muy dolorosa. Entendemos ahora a nuestros mayores…
TIEMPO VARIABLE
Un tiempo cambiante y fluctuante para quienes sufren de migrañas, puede resultar una auténtica pesadilla, ya que se calcula que hasta un 60% de las mismas pueden estar desencadenadas por los cambios de presión. El motivo es que el calor dilata venas y capilares, mientras que el frío las contrae, y esa alternancia puede desencadenar jaquecas en las personas propensas a ellas.
OLAS DE CALOR
El calor nos hace más irritables y esta irritabilidad lleva a una conducta más agresiva. El calor es agradable, pero hasta lo bueno resulta indigesto cuando se toma en grandes dosis, y lo mismo sucede con las temperaturas. Cuando pasamos una ola de calor, se extiende el mal humor y los consiguientes conflictos. La razón es que el área de control de temperaturas del cerebro está muy cercano al de las emociones, y parece que un “recalentamiento” del primero tiene el mismo efecto sobre el segundo
¡Hasta la próxima!