Esta es una de las preguntas que todos nos hacemos cuando nos planteamos empezar a correr y sin duda, la razón más habitual por la que decidimos hacerlo es: “Me pondré a correr y así me pondré en forma”.
Correr es bueno para la salud: fortalece nuestros huesos y músculos, nos ayuda a perder o controlar el peso, mejora la salud, reduce el riesgo de sufrir enfermedades, mejora la eficiencia de nuestros pulmones, promueve la estimulación de la hormona del crecimiento, retrasa la vejez, aumenta y mejora la autoestima, elimina el estrés, mejora la flexibilidad y la coordinación, y un sinfín de beneficios de los que todos hablan pero…
¡Es aquí donde radica el PRIMER GRAN ERROR que cometemos cuando empezamos a correr!
Sí, es cierto que correr es bueno pero correr como normalmente hacemos todos, sobre superficies duras, es sin duda una actividad física de estrés (micro movimientos y micro traumatismos repetitivos), con todos los riesgos que esto conlleva de sobrecarga a nivel articular y de riesgo de lesiones a nivel de partes blandas, rupturas fibrilares, tendinitis, etc…
Lo más correcto sería el planteamiento contrario, inverso, del cual hablaremos en este artículo, es decir: “Me pongo en forma y luego empiezo a correr”.
Aquí os dejamos algunos consejos para vuestro inicio en la práctica del running…
A esto le añadiríamos:
Si aplicamos estos conceptos y con el correcto orden de valores, evitaremos muchas lesiones y convertiremos la práctica deportiva sin duda en un beneficio para nuestro cuerpo.
“No olvidemos que para cosechar beneficios para el cuerpo y la mente, hay que practicar ejercicio en su justa medida y en las mejores condiciones”